Friday 21 May 2010

PENSAMIENTOS DE MUJER

¿Por qué nos importa tanto lo que tengan para decir los demás a pesar de tener a la persona que amamos a un mensaje de distancia, una llamada tal vez o inclusive a dos pasos de uno?
Es muy simple. Es la seguridad de saber que a alguien más le pareces linda, le caes bien, piensa que sos una diosa y una persona increíble. Un comentario de este calibre nos hace sentir aceptables dentro de toda una teoría y cultura que propone parámetros de belleza. Es algo así como cuando vas de shopping y nada te queda bien: te queda grande de arriba y chico de abajo, grande de abajo y chico de arriba. Lo importante es que, sea cual sea la combinación, salimos del local pensando: "me quiero operar tetas, levantarme el culo y hacerme una liposucción" y finalmente nos mentimos diciendo: "El lunes empiezo la dieta, sí o sí". Para convencernos, se lo juramos al taxista, al cincuentón que está en la fila para los taxis, al chico que hace malabares y al perro. Obviamente no te hace bien generarte todas estas ilusiones porque llega el famoso lunes y la dieta quedó en el cajón de la mesita de luz bien al fondo, ahí atrás donde se acumulan las cosas "por hacer". En ese preciso momento nos inunda esa sensación conocida de impotencia, la necesidad de aceptación y en cuanto queremos darnos cuenta nos teñimos de rubio y estamos llamando al cirugano plástico para conseguir el primer turno disponible; martes a las ocho de la mañana está bien. No importa el gimnasio.
A todo esto los celos nos carcomen como termitas en una rama podrida. Pensándolo bien, es de esperarse que nos hayamos sentido presas de la inseguridad cuando un compañero hace la pregunta idiota: "¿Quién es más linda, Camila o Sofía?" ¿Idiota? ¿Vos o la pregunta? Claramente vos, porque con esas siete palabras logra que tus emociones salgan a borbotones y no sabés donde carajo refugiarte de la respuesta que ya sabés (porque estas convencida) de que va a catalogarte como la más fea. Esta convicción no sale de la nada; no sale injustificadamente. No. Por el contrario, lo sentís porque justamente el viernes salimos del shopping con cara de culo porque en tu opinión los diseñadores de moda son unos inadaptados sociales. Tan inadaptados no son, al menos no tanto te hacen creer a vos. Ellos son la razón por la cual sacaste el turno en el cirujano. Con mucha bronca encima, mirás el reloj y comprobas que el consultorio cerró hace cinco minutos y que no podés cancelar el turno. El resultado es: un par de puteadas y pensás "llamo mañana sin falta".
Esa misma noche, buscando algun consuelo, hablás con tu mejor amigo, ese al que le confiás todo, con el que podés ser vos: gorda, flaca, voluptuosa, chata, bajita, alta, rubia o morocha. Entonces solo por tener la opinión de alguien especial, cometes el error de tu vida y le preguntás: "¿Te parezco linda?" Y en vez de un "Sí", escuchás un silencio. No porque el no te haya dado respuesta sino porque tu cabecita ya a mil pensando en todas las variables posibles de cómo salir de esa. Obviamente, saturada de información, no sabés qué hacer y le preguntas lo primero que se te viene a la mente como por ejemplo: "¿Qué haces?" Resulta que vamos de mal en peor, porque te cuenta que esta hablando con esa mina, amiga tuya, que te guste o no, sabes que a él le parece linda y no podés evitar ponerte mal y llorar de celos y envidia.
"González, ¿usted tenía un turno para hoy, martes a las 8am, no es así? Tome asiento porfavor que el doctor ya la atiende".
Y sí, ¿qué mas queda por hacer?