Tuesday 18 May 2010

LA AMISTAD ES COMO UN CHICLE

La amistad es como un chicle y nuestra vida una vereda. Nos aferramos a ese chicle qe nos va a salvar tantas veces del aburrimiento en clase, del cepillo de dientes, del cigarrillo y para calmar los nervios antes de una cita importante. Quizá lo hacemos para no quedarnos solos en un momento incómodo y lo usamos como excusa, o quizá por que nos gusta su compañía, el saber que está ahí. Como todo en esta vida el chicle es descartable, sin embargo, hay que prestar atención porque no es biodegradable.

El peor de todos es el BAZUCA, de afuera no dice nada pero uno decide aceptarlo porque simplemente lo necesita. Es fácil de abrir, y como todo lo que es fácil nos encontramos con que es útil porque viene con un horóscopo, un chiste o una recomendación cuando estamos mal. Decidimos que no es una pérdida de tiempo porque nunca hay que negar ayuda en esos momentos que creímos que era imposible ver la luz dentro del pozo oscuro y profundo que es la soledad. El BAZUCA es de esos chicles que se endurecen rápido; cumplen su función, sacarnos de un apuro; pero es de conocimiento común que no hay que fiarle nada.

¿Quién va a estar con vos incondicionalmente? Pensamos en DINO no solo porque tienen formas: limón, frutilla, melón, mandarina sino porque lo relacionamos con "lo sano" y "lo que me va a hacer bien". Además vienen en colores llamativos: amarillo, rojo, verde, naranja que con solo mirarlos se nos hace agua la boca. Mejor mirar bien que elegimos, no sea cosa que vayamos a elegir equivocadamente el color y la forma... ojos bien abiertos como lechuza, pupilas dilatadas, porque ¡No hay dos sin tres! Sí señores, DINO viene de a dos, y se toma el combo. Es eso o nada.

Cayendo en la tentación por DINO, aparece BUBALOO. Quizá no llama mucho la atención pero como dicen que lo mejor viene en paquete chico y tiene algo de color, lo compramos. No nos arrepentimos, de ninguna manera, pero es complicado porque a pesar de que se entrega por completo a ayudarte, le falta personalidad, se vuelve monótono, siempre creando problemas donde no los hay, exagerando todo hasta el extremo que al explotar no hace más que desparramar toda su ira y traer un lindo corte de pelo que nunca deseaste.

La vista escanea el quiosco nuevamente y ahí esta JUICY FRUIT, esos a veces se consiguen en Buenos Aires... esbelto, flaco como él solo, tiene ese algo que te entusiasma, no podemos dislucidar que es lo que nos atrae tanto. Por un tiempo estamos bien, estamos conformes y llegamos a pensar que es lo que estuvimos buscando todos estos años pero de a poco se va desintegrando hasta quedar en la nada: parece papel de diario viejo, mojado y nos queda esa sensación de pérdida amarga.

Pegado a él, EXTRA-MINT tiene mil flechitas que apuntan hacia fuera como diciendo "no me escojas" y sin embargo, lo elegimos. Lo elegimos porque tiene un papel verde que nos hace pensar que puede llegar a ser más ecológico, quizá porque es parecido a JUICY FRUIT o simplemente porque queremos probar otra cosa. Vienen en paquetes de veinte o treinta inclusive, no puede ser nada especial. Por lo menos, nos acompañan y tenemos la sensación de pertenencia.

Por suerte están las amistades al mejor estilo HUBBA-BUBBA. Lo primero que nos llama la atención es su envoltorio brillante que resalta entre tantos otros; en realidad no parece ser el tipo de chicle con el que uno se queda por el resto de sus días. Lo abrimos y nos termina seduciendo esa fragancia que en realidad sabemos que es frívola y falsa. Una vez en la boca, no podemos ser más felices: es grande, voluminoso, lleno de colores, gustos... Es algo difícil de masticar al principio, pero una vez que empieza la relación, es imposible dejarlo a un lado y nos damos cuenta después de unos años que es un chicle que si lo cuidamos, dura toda la vida. El problema es que no se cansa, se termina atragantando, o se encuentra en la difícil situación de no saber qué más hacer para trabajar esa amistad. Peor todavía, se tiene que ir. Es extranjero.

Entre tanto, el ruidoso CHICLET reclama nuestra atención, parece que su exterior confitado será una barrera para entablar una conversación pero por suerte no es tan complicado como parecía, simplemente le cuesta un poco más salir de su mundo, de su cajita y darse a conocer. El TOPLINE intenta convencernos cambiando de "outfit" cada vez que lo vemos: primero con la cajita al estilo caramelo, después copiando la forma de BELDENT, más tarde ajustando un cinturón verde a su cintura... Por dentro no ha cambiado nada, la escencia es la misma, es simple, claro y al punto. Quizás por eso uno lo atesora con tanto cuidado a pesar de su superficialidad.

Para el estres cotidiano, el mar de gente los domingos y feriados, la Panamericana un viernes a las seis de la tarde, una larga semana en la facultad, los parciales, los finales, el colectivo que no espera, una novia que no para de mensajear, el piquete en la 9 de julio, el accidente en la Ruta 2 un viernes santo, el miedo a la inseguridad, el cafe de las cinco de la tarde, los semáforos descoordinados, la gente que cruza sin mirar, las charlas eternas sobre él o ella, los mejores consejos, para reirnos. Para todo esto estan las amistades al mejor estilo INFINIT. Son las más especiales, las que se guardan en una cajita y se cuidan como oro, las que se llevan a todas partes y se comparten con unos pocos o con nadie. Con las que se goza cada momento, cada detalle: desde la elegancia y originalidad de su apariencia hasta la desnevolutra con la que se desarrollan y crecen indefinidamente. Infinitamente.

Pero para la mayoría de las amistades siempre llega el momento del adiós. El momento de entender que en realidad estamos solos y las amistades están para ayudarnos a crecer, el momento de abandonarlas y dejarlas aplastadas permanentemente como sellos, como chicles en la vereda.