Sunday 30 May 2010

SIN TITULO

Hay un ruido. Me molesta. Abro un ojo y miro. Son las seis de la mañana. ¿Qué hago despierta?

El ruido, es verdad. Me molesta. Palpo la mesita de luz para encontrar los anteojos. No están. Algún vivo me esta jugando una mala pasada. Pero, ¿cómo? Vivo sola.
Me siento sobre la cama y el espejo me devuelve una imagen que no llego a definir. Soy yo; me miro. Me observo y pienso: qué lindo ombligo. Estoy en bolas, salvo por una bombachita negra de encaje.

Me levanto, prendo un cigarrillo y me quemo con el encendedor. Entro a la cocina y veo como los platos de hace una semana siguen apilándose esperando a ser lavados y guardados. Ahí estan: los anteojos. Me ato el pelo con un pincel.

Miro el bastidor sobre el caballete. Está en blanco. Saco el pincel de mi cabeza y siento como el pelo acaricia mi piel. Mi piel de gallina. Me doy media vuelta y abro la heladera que acentúa sutilmente mi figura. Mientras destapo una cerveza prendo otro cigarrillo. Vuelvo a mirar el bastidor. Nada.

Tiene que estar por llegar. El ruido ya no me molesta. Abro el cajón, saco el cuchillo y me acerco de nuevo al bastidor. Desvio la mirada al reloj. Tarde.

En tanto mi mano dibuja un rostro con unos labios rojo intenso.

Friday 21 May 2010

PENSAMIENTOS DE MUJER

¿Por qué nos importa tanto lo que tengan para decir los demás a pesar de tener a la persona que amamos a un mensaje de distancia, una llamada tal vez o inclusive a dos pasos de uno?
Es muy simple. Es la seguridad de saber que a alguien más le pareces linda, le caes bien, piensa que sos una diosa y una persona increíble. Un comentario de este calibre nos hace sentir aceptables dentro de toda una teoría y cultura que propone parámetros de belleza. Es algo así como cuando vas de shopping y nada te queda bien: te queda grande de arriba y chico de abajo, grande de abajo y chico de arriba. Lo importante es que, sea cual sea la combinación, salimos del local pensando: "me quiero operar tetas, levantarme el culo y hacerme una liposucción" y finalmente nos mentimos diciendo: "El lunes empiezo la dieta, sí o sí". Para convencernos, se lo juramos al taxista, al cincuentón que está en la fila para los taxis, al chico que hace malabares y al perro. Obviamente no te hace bien generarte todas estas ilusiones porque llega el famoso lunes y la dieta quedó en el cajón de la mesita de luz bien al fondo, ahí atrás donde se acumulan las cosas "por hacer". En ese preciso momento nos inunda esa sensación conocida de impotencia, la necesidad de aceptación y en cuanto queremos darnos cuenta nos teñimos de rubio y estamos llamando al cirugano plástico para conseguir el primer turno disponible; martes a las ocho de la mañana está bien. No importa el gimnasio.
A todo esto los celos nos carcomen como termitas en una rama podrida. Pensándolo bien, es de esperarse que nos hayamos sentido presas de la inseguridad cuando un compañero hace la pregunta idiota: "¿Quién es más linda, Camila o Sofía?" ¿Idiota? ¿Vos o la pregunta? Claramente vos, porque con esas siete palabras logra que tus emociones salgan a borbotones y no sabés donde carajo refugiarte de la respuesta que ya sabés (porque estas convencida) de que va a catalogarte como la más fea. Esta convicción no sale de la nada; no sale injustificadamente. No. Por el contrario, lo sentís porque justamente el viernes salimos del shopping con cara de culo porque en tu opinión los diseñadores de moda son unos inadaptados sociales. Tan inadaptados no son, al menos no tanto te hacen creer a vos. Ellos son la razón por la cual sacaste el turno en el cirujano. Con mucha bronca encima, mirás el reloj y comprobas que el consultorio cerró hace cinco minutos y que no podés cancelar el turno. El resultado es: un par de puteadas y pensás "llamo mañana sin falta".
Esa misma noche, buscando algun consuelo, hablás con tu mejor amigo, ese al que le confiás todo, con el que podés ser vos: gorda, flaca, voluptuosa, chata, bajita, alta, rubia o morocha. Entonces solo por tener la opinión de alguien especial, cometes el error de tu vida y le preguntás: "¿Te parezco linda?" Y en vez de un "Sí", escuchás un silencio. No porque el no te haya dado respuesta sino porque tu cabecita ya a mil pensando en todas las variables posibles de cómo salir de esa. Obviamente, saturada de información, no sabés qué hacer y le preguntas lo primero que se te viene a la mente como por ejemplo: "¿Qué haces?" Resulta que vamos de mal en peor, porque te cuenta que esta hablando con esa mina, amiga tuya, que te guste o no, sabes que a él le parece linda y no podés evitar ponerte mal y llorar de celos y envidia.
"González, ¿usted tenía un turno para hoy, martes a las 8am, no es así? Tome asiento porfavor que el doctor ya la atiende".
Y sí, ¿qué mas queda por hacer?

Tuesday 18 May 2010

LA AMISTAD ES COMO UN CHICLE

La amistad es como un chicle y nuestra vida una vereda. Nos aferramos a ese chicle qe nos va a salvar tantas veces del aburrimiento en clase, del cepillo de dientes, del cigarrillo y para calmar los nervios antes de una cita importante. Quizá lo hacemos para no quedarnos solos en un momento incómodo y lo usamos como excusa, o quizá por que nos gusta su compañía, el saber que está ahí. Como todo en esta vida el chicle es descartable, sin embargo, hay que prestar atención porque no es biodegradable.

El peor de todos es el BAZUCA, de afuera no dice nada pero uno decide aceptarlo porque simplemente lo necesita. Es fácil de abrir, y como todo lo que es fácil nos encontramos con que es útil porque viene con un horóscopo, un chiste o una recomendación cuando estamos mal. Decidimos que no es una pérdida de tiempo porque nunca hay que negar ayuda en esos momentos que creímos que era imposible ver la luz dentro del pozo oscuro y profundo que es la soledad. El BAZUCA es de esos chicles que se endurecen rápido; cumplen su función, sacarnos de un apuro; pero es de conocimiento común que no hay que fiarle nada.

¿Quién va a estar con vos incondicionalmente? Pensamos en DINO no solo porque tienen formas: limón, frutilla, melón, mandarina sino porque lo relacionamos con "lo sano" y "lo que me va a hacer bien". Además vienen en colores llamativos: amarillo, rojo, verde, naranja que con solo mirarlos se nos hace agua la boca. Mejor mirar bien que elegimos, no sea cosa que vayamos a elegir equivocadamente el color y la forma... ojos bien abiertos como lechuza, pupilas dilatadas, porque ¡No hay dos sin tres! Sí señores, DINO viene de a dos, y se toma el combo. Es eso o nada.

Cayendo en la tentación por DINO, aparece BUBALOO. Quizá no llama mucho la atención pero como dicen que lo mejor viene en paquete chico y tiene algo de color, lo compramos. No nos arrepentimos, de ninguna manera, pero es complicado porque a pesar de que se entrega por completo a ayudarte, le falta personalidad, se vuelve monótono, siempre creando problemas donde no los hay, exagerando todo hasta el extremo que al explotar no hace más que desparramar toda su ira y traer un lindo corte de pelo que nunca deseaste.

La vista escanea el quiosco nuevamente y ahí esta JUICY FRUIT, esos a veces se consiguen en Buenos Aires... esbelto, flaco como él solo, tiene ese algo que te entusiasma, no podemos dislucidar que es lo que nos atrae tanto. Por un tiempo estamos bien, estamos conformes y llegamos a pensar que es lo que estuvimos buscando todos estos años pero de a poco se va desintegrando hasta quedar en la nada: parece papel de diario viejo, mojado y nos queda esa sensación de pérdida amarga.

Pegado a él, EXTRA-MINT tiene mil flechitas que apuntan hacia fuera como diciendo "no me escojas" y sin embargo, lo elegimos. Lo elegimos porque tiene un papel verde que nos hace pensar que puede llegar a ser más ecológico, quizá porque es parecido a JUICY FRUIT o simplemente porque queremos probar otra cosa. Vienen en paquetes de veinte o treinta inclusive, no puede ser nada especial. Por lo menos, nos acompañan y tenemos la sensación de pertenencia.

Por suerte están las amistades al mejor estilo HUBBA-BUBBA. Lo primero que nos llama la atención es su envoltorio brillante que resalta entre tantos otros; en realidad no parece ser el tipo de chicle con el que uno se queda por el resto de sus días. Lo abrimos y nos termina seduciendo esa fragancia que en realidad sabemos que es frívola y falsa. Una vez en la boca, no podemos ser más felices: es grande, voluminoso, lleno de colores, gustos... Es algo difícil de masticar al principio, pero una vez que empieza la relación, es imposible dejarlo a un lado y nos damos cuenta después de unos años que es un chicle que si lo cuidamos, dura toda la vida. El problema es que no se cansa, se termina atragantando, o se encuentra en la difícil situación de no saber qué más hacer para trabajar esa amistad. Peor todavía, se tiene que ir. Es extranjero.

Entre tanto, el ruidoso CHICLET reclama nuestra atención, parece que su exterior confitado será una barrera para entablar una conversación pero por suerte no es tan complicado como parecía, simplemente le cuesta un poco más salir de su mundo, de su cajita y darse a conocer. El TOPLINE intenta convencernos cambiando de "outfit" cada vez que lo vemos: primero con la cajita al estilo caramelo, después copiando la forma de BELDENT, más tarde ajustando un cinturón verde a su cintura... Por dentro no ha cambiado nada, la escencia es la misma, es simple, claro y al punto. Quizás por eso uno lo atesora con tanto cuidado a pesar de su superficialidad.

Para el estres cotidiano, el mar de gente los domingos y feriados, la Panamericana un viernes a las seis de la tarde, una larga semana en la facultad, los parciales, los finales, el colectivo que no espera, una novia que no para de mensajear, el piquete en la 9 de julio, el accidente en la Ruta 2 un viernes santo, el miedo a la inseguridad, el cafe de las cinco de la tarde, los semáforos descoordinados, la gente que cruza sin mirar, las charlas eternas sobre él o ella, los mejores consejos, para reirnos. Para todo esto estan las amistades al mejor estilo INFINIT. Son las más especiales, las que se guardan en una cajita y se cuidan como oro, las que se llevan a todas partes y se comparten con unos pocos o con nadie. Con las que se goza cada momento, cada detalle: desde la elegancia y originalidad de su apariencia hasta la desnevolutra con la que se desarrollan y crecen indefinidamente. Infinitamente.

Pero para la mayoría de las amistades siempre llega el momento del adiós. El momento de entender que en realidad estamos solos y las amistades están para ayudarnos a crecer, el momento de abandonarlas y dejarlas aplastadas permanentemente como sellos, como chicles en la vereda.

Monday 17 May 2010

PARA ÉL

Decir que estoy pensando en vos, es como decir que no estoy pensando en nada, no por el hecho de que no te piense a vos como persona, como mi primer amor sino porque no existe una línea de pensamiento. El pensamiento no tiene ni forma, ni lógica y poner en palabras un pensamiento es fijar ideas, fijar sentimientos, clavar una estaca en el tiempo y dejar que lo demás corra, que lo demás fluya. ¿Qué es lo demás? La verdad es que no se, si supiese significaría que estoy poniendo en palabras algo siento y en este momento no puedo. Quizás una idea es arriesgarse, supongo que podría compararlo con poder volar. Sería algo así, creo que sí, el amarte y que me ames. En ese sentido, yo se que tengo las ganas y las fuerzas de intentar por más veces que caiga al piso. A veces siento que no necesito hablarte para que me entiendas porque simplemente, de alguna manera, lográs entender la lógica interna de mi sentimiento; me terminás las oraciones o te reís antes de tiempo. Otras, siento que no conectamos, que no nos entendemos, que por alguna razón tenemos la necesidad de expresarnos en forma lineal. Pienso, quizás, que es por el afuera, por lo que nos rodea y nos exige el entorno; porque por mí podemos sentir sin forma, porque además me parece la mejor manera.
Probablemente todo esto te va a parecer muy volátil, quizás ni logres entenderme a pesar de que estoy dando lo mejor de mí. Para mí nada termina, mi amor por vos es infinito, desde el día que te conocí hasta el día de hoy, no vi ninguna línea de llegada ni de fin. Nunca voy a poner en palabras lo que me pasa con vos porque sería inútil, sería quedarme corta, sería sobreestimar el valor de la palabra. Por eso cada vez que intenté decir lo que sentía pensé, después, que no llegaba a cubrir todas las dimensiones que quería porque el problema está en que la palabra, a diferencia de lo que siento, tiene principio y fin. No voy a justificarme, simplemente decirte que nunca quise alejarte, nunca quise que te vayas, nunca quise que me veas como un pasado sino también como presente y futuro. Quiero acompañarte. Quiero conocerte. Quiero arriesgarme y vivir con vos. Quiero sonreir ante tu nombre y verte sonreir. Quiero que seamos cómplices de algo que nunca nadie pueda entender, quiero mirarte y que reconozcas todo eso que no puedo expresar.
Quiero que me enseñes lo que es volar.
Podrás decir que estoy loca, pero para que no pienses cualquier cosa, dendro de mi irracionalidad existe una razón.
Esta razón sos vos.

MONÓLOGO DE LA PATAGONIA

No se ustedes, pero yo nunca me sentí tan incómoda conmigo misma. Siempre estoy acompañada, no digo que sea algo malo, simplemente es el hecho de por fin encontrar tiempo para estar con uno mismo. Es algo completamente nuevo, revolucionario.
Ahora dejo atrás la ciudad y sus corridas, sus semáforos constantemente de verde a amarillo y de amarillo a rojo; la bocina insoportable de algun desubicado a las dos o tres de la tarde mientras uno intenta descansar, o porque no de la mañana cuando todos los adolescentes borrachos, tirados y con ganas de beber salen a bailar. Luces, gritos, bebes llorando, mujeres histéricas, una sierra eléctrica, "bondis", frenos de autos, carcajadas, el "bip-bip-bip" de las cajas de supermercado. Toda una ciudad en movimiento y la cabeza no para de dar vueltas y uno no tiene tiempo de parar ni dos segundos para dedicarle tiempo a su persona; a ser lo que uno es y no evitar lo que a uno le surge, porque al fin de cuentas siempre terminamos siendo el abogado, el ingeniero, el arquitecto, el periodista o el locutor de radio que mamá y papá siempre quisieron. El problema radica en el uso del "ser", al menos yo, cuando me preguntan quién soy, contesto: "Soy Sabrina", no "Soy estudiante". En definitiva, uno hace lo que es, y no viceversa. Siempre existirá la exigencia de nuestros padres para que limpiemos, para que seamos responsables, la profesora exigiendo deberes, y el vecino que reclama que podemos las ramas del árbol ese que da una sombra tan linda o que le pasemos la pelota...
La idea un poco es detenersse y pensar que es lo que nosotros queremos hacer, el clásico debate del "ser" y "deber ser".
Pero por alguna razón, siempre tenemos la excusa de que algún ruido, luz, olor, nos distrae y no nos deja pensar en nosotros.
Vivir en Buenos Aires es como no vivir o mejor dicho es sinónimo de no dormir porque cuando ya logramos encontrar nuestra paz interior (esa que dura la hora en que vamos a yoga, y a veces ni siquiera), ya son las siete y media de la tarde y empieza F.R.I.E.N.D.S. (tu programa favorito) o comienzan a molestarte las luces de neón del "telo" de enfrente que se prenden y apagan como riéndose de vos. Y ¡cómo olvidar el "tick-tick-tick" incesante indicando el paso del tiempo! Sí, es ese reloj que te regaló tu abuela por enésima navidad con la excusa de que siempre llegas tarde.
Por fin llegó el momento en el que pude dejar todo eso y cambiarlo por unos días en Patagonia: lagos de diferentes tonalidades de azul y verde, el agua helada y cristalina bajando de las altas cumbres para saciar la sed, cañaverales interminables, sinuosos senderos que suben, bajan y andan sin cansarse jamás dejando siempre intacta la belleza del lugar, un arroyo limpio que baja hacia el mallín trayendo perfumes varios y cantando una melodía que pondría a cualquiera a dormir, el sol radiante de las doce, un cielo esterllado con luna llena un amanecer y atardecer para finalizar un día que me dejó agotada (pero feliz) y un pajarito cantando dulcemente cuando me despierte es lo que me hace ver que yo y mi mochila no somos los únicos en este mundo y que hay que cuidarlo.
En lugares como este, donde la mugre me cubre de pies a cabeza; donde ni mis manos, ni mis uñas son perfectas; donde se me seca la piel y duele la cara por el sol, encuentro la satisfacción de saber que estando sola o acompañada siempre voy a ser yo, y finalmente sentirme bien; cómoda conmigo misma.