Wednesday 14 September 2011

Es gratis

Cierro los ojos... Puedo verte durmiendo a mi lado. Te enojaste por algo que dije. Lo sé porque se formaron esas arruguitas entre tus cejas y tus labios dibujan una sutil curva hacia abajo.

Mis manos te acarician tu pelo corto, tu nariz perfecta, tus ojos profundos, tu boca en silencio. Mis labios acompañan a mis manos en un segundo reconocimiento, fijando besos, plantando amor. Necesito aprenderte, grabar en mi piel tu memoria.

Poco a poco voy redibujando una sonrisa.

Siento como tu respiración se vuelve más ligera y a la vez más intensa.


Ahora tus manos recorren mi cuerpo desconocido por debajo de sábanas y ropas que no son más que espectadores indeseados que potencian la excitación.

Uno a uno saltan los botones de tu camisa blanca a la par que tus ágiles dedos me dejan desnuda. Ajenos a la tribuna de espectadores, nuestros cuerpos se entrelazan y funden en una única pieza. Siento como el calor comienza a subir por mi espalda y me estremezco. Con una fuerza animal tus brazos anclan los míos por encima de mi cabeza y suavemente me besas primero el cuello, el pecho, las tetas, la panza... Te siento en todos lados y no puedo evitar un leve gemido. Creo escucharte decir algo sobre la perfección y voluptuosidad de mi cuerpo pero mi mente voló a otra dimensión en la que poco me puede importar lo que tengas para decir y mucho lo que tengas para hacer. Con mis propias manos comienzo a recorrer mi cuerpo que se confunde con tu cuerpo que se confunde con mi cuerpo y así estoy sintiéndote, conociéndote. Tomo ahora tu pene entre mis manos, guiándolo.

Mmm, sí. Despacio. Sí. Siento como mi respiración se acelera hacia una intensidad intensa.

Sí, sí, sí. No hay nadie en mi casa, el ruido de la cama contra la pared aumenta desmesuradamente el deseo. Quiero, sí. Nuevos gemidos.

Río.
Abro los ojos.



Creo que te amo.