Tuesday 27 September 2011

Hablar por telefono es mentira

Es la hora en que en las casas de familia se sirven los fideos con tuco, se sientan en la mesa, hablan, ríen, disfrutan el momento previo a acurrucarse en la cama con la seguridad de que mañana todo será igual. El zumbido del lavaplatos y los pequeños pies golpeando contra la vieja escalera de roble marcan el fin de una velada tranquila. Más risas a la par que Sebastián junta sus manos por arriba de su cabeza gritando: "El tiburóoooon." Escucho, desde mi cuarto, el cepillado de los dientes, canillas que se abren dejando salir una catarata de agua y a Camila cantar una canción nueva que le enseñaron en el jardín.

Suena el teléfono. Mi mamá atiende en medio de risas que callaron en menos de un microsegundo que se tradujo en eternidad. Mi mamá estaba sentada al borde de su cama al borde del llanto. Con la mayor de las sutilezas dejé que mi mano se apoyara en su hombro. Me miró y una lágrima recorrió lentamente su mejilla; como si se tratara de un espejo vivo, una lágrima recorrió también mi mejilla.

Suena mi celular, es Elisa.

¡Sabru! - me saludó su voz enérgica como de costumbre
Eli, ¿cómo estás? - dije, contenta.
Bieeeen, te tengo que pedir un favor... ¿Me ayudas a pintar unos figurines que tengo entrega mañana y no llego? Igual si tenés que hacer cosas no te preocupes eh... Pasa que me faltan cuatro y no sé, además necesito que me des ideas y...