Tuesday 27 September 2011

Yo no me quiero parecer a mi abuela

Cena familiar. Llegué a las nueve y media del gimnasio sabiendo que llegaba tarde y que mi hermano, Martín, estaría impaciente por comer. Tan impaciente no estaba porque no paró de usar el celular en toda la cena y "las milanesas estaban frías". Comentario al pedo totalmente: mamá empezó a gritar que "soy la única que se ocupa de la casa, que lo único que hacen es quejarse, que por qué no ayudan, que viven en una nube de pedo..." Y así podría seguir citando frases, de las célebres, de cualquier madre del país e incluso me atrevo a decir DEL MUNDO. A todo esto a mi hermano no se le ocurrió mejor idea que elucubrar una contestación lapidaria de esas tipo: "Sos una loca de mierda, te vas a quedar sola, tenés problemas, nadie te soporta y no tengo más hambre". Mamá le gritó que vuelva. Claro está que lo único que volvió (si es que en algún momento se fue) fue el grito y como por ahora los objetos siguen siendo inanimados, se las agarró conmigo.

"Ma, todo bien, ahora no me grites a mí. Desde que te separaste de papá te volviste insufrible."

Creo que estuve un poco fuerte, no debería haber ido por ese lado, vi como se le llenaban los ojos de lágrimas como si fuera una bañadera a punto de rebalsar. No tengo ganas de contarles toda la discusión porque cuando exploto, exploto en serio y la verdad es que se me va un poco la mano... Es que no puedo controlarlo, además, sé que tengo razón en muchísimas de las cosas que digo, porque todo lo que digo es medio pre-meditado. Está ahí, esperando salir nada más. No sé, tendría que cuidarme un poco.

Perdón ma.