Thursday 5 March 2015

De forma mecánica y ausente presioné el grifo del dispenser de jabón del baño del Southbank Centre en Londres, Inglaterra. Busqué el secador de manos e hice otro leve movimiento mecánico y ausente para indicarle que mis manos estaban listas para recibir secarse. Me quedé mirando como mis manos revolotean bajo el calor como pájaros en primavera. Esta vez no fue distinta de otras veces, salvo por las manos de color céreo que aparecieron tiesas en el secador de al lado.

En pocos segundos mi mente generó un recuerdo fotográfico: manos jóvenes, de dedos largos, nudillos pronunciados y uñas lavadas.

Me faltó el aire a pesar de que el secador seguía derrochándolo.  Sentí una presión en las muñecas y por un momento las venas se me hincharon, miré al verso y reverso mientras poco a poco el color rosado cedía ante un cerúleo-verdoso. Me tomé las muñecas y las hice girar en el confort de la mano contraria.