Wednesday 12 October 2011

Por mi

Tengo esta necesidad de escribir. Diría que es más bien un vicio, una adicción. Se crea a partir de hechos, pensamientos e ideas pero por sobre todas de esas cosas, de sentimientos. Esto es y será una especie de catársis, la necesito tanto como necesito dejar atrás a Juan, mi ex. Es como si nunca hubiera escrito nada sobre o para él que las palabras me salen a borbotones y no entiendo por qué. Pensé (y juré) que lo había superado y sin embargo, hoy siento en mi pecho toda la presión de dos años de emociones encarceladas, negadas, reprimidas. Sería algo tan fuerte como la presión del agua contra un dique, tan rápido y vital como cuando las compuertas de éste finalmente se abren para dejar el agua fluir. No puedo decir qué es lo que siento. Ponerle una de esas palabras abstractas, definirlo con un concepto como amor, odio, nostalgia sería dejar libre a la interpretación de cada uno, sería poner en juego experiencias del lector y yo quiero que el lector sienta lo que siento yo, que sufra lo que sufro yo pero que aprenda lo que no aprendí yo. Ojalá supiera yo, entonces, explicarles o transmitirles una moraleja o una enseñanza pero es el día de hoy que sigo cayendo con la misma piedra, que testaruda como soy juro y creo que algo va a cambiar y él va a volver a mí, va a sentir lo que siento yo: va a sentir como lentamente se forma un agujero negro en medio del pecho que aspira todos los órganos empezando por el corazón y así a medida que nos succiona, se apodera de nuestro cuerpo y lo inunda de nada, dejando un vacío. Mi cuerpo está sumergido en este espeso vacío hace ya dos años.

¿Qué importa? ¿Valdrá la pena vivir?

A veces me obligo a pensar que todo lo que siento es producto de la mente, pero después me pregunto si pensará en mí, si siente lo mismo que yo... seguro que no. ¿Por qué habría de hacerlo? Estoy vacía. Soy un vacío. Y como vacío, soy la nada misma, soy un continuo infinito que muere con su llegada. Adieu.

Guten Tag Werther, ich kommt.